Figueres, 12 de enero de 2015
La Fundació Gala-Salvador Dalí ha presentado la última adquisición de obra, un óleo sobre tela del año 1938 titulado Violetas imperiales. Al acto de presentación han participado Antoni Pitxot, director del Teatro-Museo Dalí, y Montse Aguer, directora del Centro de Estudios Dalinianos, quienes han destacado la importancia de la adquisición por el hecho de incorporarse a unos fondos que se han ido ampliando desde 1991 con más de 300 piezas, 12 de ellas de la época surrealista, y conforma así la mayor antológica del artista ampurdanés, ubicada en su ciudad natal.
La Fundación Dalí clausura los actos del 40º aniversario de la inauguración del Teatro-Museo Dalí de la misma manera que los inició: con la presentación de un óleo, también de la década de los 30, Carreta fantasma.
Contexto de la obra
Dalí pinta Violetas imperiales en un momento convulso para Europa. Nos situamos en el año 1938, España está en plena Guerra Civil y ya se divisa una Segunda Guerra Mundial. Para huir de este conflicto, los Dalí salen de Portlligat en dirección a una frágil Europa realizando estadas a distintas casas de amigos. Desde el apartamento que la pareja tiene en París, se desplazan hasta Italia donde visitan a Edward James, su mecenas y amigo en aquellos momentos, y viven durante dos meses en la casa que Lord Gerald Berners tiene en Roma con vistas al Fórum. El exilio de Sigmund Freud a Londres hace que Dalí se desplace a Inglaterra para conocerlo, entrevistarse con él y, a su vez, retratarle. Una vez finalizado el encuentro con un Freud mayor y enfermo, los Dalí hacen una breve estancia en Florencia y completan su periplo instalándose, en septiembre, en "La Pausa", la casa de Coco Chanel en Roquebrune, Cap Martin. Podemos decir, por tanto, que Violetas imperiales se pintó en una serie de residencias provisionales que, de manera esporádica, funcionaron también como talleres efímeros, mayoritariamente ubicados en Francia e Italia.
El tema del teléfono es muy recurrente durante los años 1938 y 1939 en la obra daliniana, es un leitmotiv que a veces va acompañado por un plato, unas sardinas (o quizás sean arenques), unos huevos fritos e incluso de una fotografía de Hitler como en el caso del óleo El enigma de Hitler, 1939. El teléfono como elemento central del discurso de estas obras tiene a ver con el Pacto de Múnich, acuerdo firmado el 29 de septiembre de 1938 entre Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier para anexionar a Alemania parte del territorio checoslovaco conocido como los Sudetes. Este tratado acabó simbolizando la inutilidad de los esfuerzos por conseguir la paz, puesto que poco después, empezaría la Segunda Guerra Mundial. El teléfono tuvo un papel muy importante a nivel comunicativo en lo que se refiere a llegar a consensos como el del Múnich. En este sentido, Dalí parodia este aparato que, aun siendo muy utilizado, no aportó ninguna resolución efectiva. I lo reitera pintando seis cuadros donde el teléfono es el elemento central y donde se invalida su función informativa: Violetas imperiales, 1938 (Núm. Cat. 474), Excentricidad melancólica, 1938 (Núm. Cat. 473), El momento sublime, 1938 (Núm. Cat. 472), Teléfono en plata con tres sardinas fritas, 1939 (Núm. Cat. 476), Paisaje con teléfonos sobre un plato, 1939 (Núm. Cat. 478) y El enigma de Hitler, 1939 (Núm. Cat. 475).
Dalí interpreta este momento histórico oscureciendo la gama cromática de sus pinturas y poniendo en evidencia el hecho de que las grandes potencias, aun teniendo la tecnología a su alcance, no supieron o no quisieron utilizar. Quizás por este motivo el teléfono permanece desconectado, perdiendo toda función comunicativa y anunciando, de esta forma, la aproximación inexorable del conflicto bélico. Violetas imperiales es un óleo que contrasta con la luminosidad de las obras anteriores inspiradas en el Mediterráneo y es recibida como una pintura oscura, poco esperanzadora y de difícil interpretación. En el fondo de la imagen vemos unas montañas esquematizadas que podrían ser la Sierra de Verdera. Abajo, una masía y el esqueleto de una barca. A mano izquierda, un adulto de la mano de un niño y una sombra negra que nos recuerda a la tapa del piano que Dalí reproduce en muchas de sus obras. Estamos ante un Dalí aún surrealista; nos lo confirma situando unas sardinas (o arenques) cerca del plato que contiene al teléfono. Quizás las sardinas, ̶ un alimento muy común en los pueblos de la costa mediterránea ̶ han dejado de ser comestibles y ahora la importancia de la comida radica en un plato que contiene un aparato que aspira a alimentarnos de información en un momento de ofuscación.
El primer propietario de Violetas Imperiales fue el coleccionista Edward James, quien en 1941 hizo donación al Museum of Modern Art de Nueva York, formando así parte de la exposición retrospectiva de Salvador Dalí que el museo estaba organizando en aquel entonces. Años más tarde, el cuadro fue subastado y permaneció en manos particulares hasta la reciente adquisición por parte de la Fundación Dalí.
A partir de martes 13 de enero, Violetas imperiales puede verse en la Sala de los Dibujos del Teatro-Museo Dalí, en una instalación cuyo diseño es de Pep Canaleta de 3carme33 y el grafismo, de Alex Gifreu.