Púbol y Portlligat, agosto de 2009
Púbol: EL PIANO SURREALISTA
Desde el 20 de agosto hasta el 30 de septiembre podrá verse en el Castillo Gala Dalí de Púbol la última adquisición de la Fundación Dalí. El piano surrealista es un carboncillo y pastel realizado en 1937 como diseño para la película que debía realizar Dalí con los Hermanos Marx.
Contexto de la obra
Cuando Dalí regresa a Estados Unidos en 1936 (la primera vez fue dos años antes), lo hace para participar tanto en la exposición antológica Fantastic Art Dada and Surrealism, organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) como a su muestra individual en la galería de Julien Levy de la misma ciudad. En sus declaraciones, Dalí no esconde la fascinación que siente por la obra de los hermanos Marx y concretamente por la figura de Harpo a quien quiere retratar. Harpo Marx le invita a hacerlo, como podemos leer en este telegrama que envía al pintor el 31 de enero de 1937:
«Estimado Salvador Dalí: he recibido un telegrama de Jo Forrestal diciendo que usted está interesado en mí como víctima. Emocionado ante la idea. El rodaje actual acabará dentro de seis semanas. Si viene al Oeste, estaré encantado de ser pintarrajeado por usted. Tengo una contrapropuesta: ¿Posaría para mí mientras yo poso para usted? Feliz año nuevo de un gran admirador de La persistencia de la memoria».
Así fue como, en enero de 1937, Dalí se desplazó a la costa oeste. Previamente, había enviado al actor un arpa con cuerdas de alambre de espino, y de esta forma aparecieron —uno tocando el arpa y el otro tomando apuntes— en el diario Los Angeles Examiner en febrero de 1937. En los descansos del rodaje de la película de los hermans Marx Un día en las carreras, elaboraron junto con Dalí el guión de un filme que hubiera durado treinta minutos, y del cual se conservan algunas notas, una sinopsis mecanografiada y diversos dibujos. El piano surrealista, obra que presentamos hoy, es uno de ellos.
El argumento de la película, que debía titularse Girafas en ensalada de lomos de caballo y conocida en su última versión como La mujer surrealista, puede resumirse de la siguiente manera en palabras de Dalí: “Una mujer inmensamente rica, llamada Mujer Surrealista, personifica al mundo de la fantasía, el sueño y la imaginación. Sus amigos son los hermanos Marx, verdaderos protagonistas de todo lo que pasa en el filme. En el polo opuesto a la Mujer Surrealista, está Linda, también muy rica. Snob, ambiciosa y sin imaginación, es la prometida de Jimmy, quien, en cuanto conoce a la Mujer Surrealista, se enamora. Toda la película transcurre entre la lucha de estas dos mujeres, que personifican al mundo convencional y el mundo imaginario. La lucha culmina en un proceso en que resulta imposible saber cuál de los dos mundos es más absurdo”.
El dibujo incorpora la iconografía en la que podemos reconocer al Dalí surrealista: desde el ciprés de forma fálica que emerge a través del piano −con claras reminiscencias de Arnold Böcklin−, a la figura femenina, cuyo rostro es un reloj. La pareja protagonista del filme está abrazada encima del piano, que a su vez reposa en una piscina con forma de violoncelo. El paisaje del fondo es una perspectiva típicamente daliniana.
Todo este imaginario, a pesar del salto cronológico, también se encuentra en la escenografía íntima que el artista realizó para Gala en el Castillo de Púbol. En el jardín del castillo, los cipreses se convierten en los protagonistas de una vegetación frondosa que, como en el dibujo, otorga una atmósfera sombría y romántica al conjunto; el piano-fuente está en el origen de la fuente wagneriana del castillo y el punto de fuga de la perspectiva determina especialmente el diseño de uno de los caminos del jardín.
Portlligat: LA TORRE DE LAS OLLAS
Desde el día 4 de agosto ya puede verse un nuevo espacio en la casa Salvador Dalí de Portlligat. Se trata de la Torre de las Ollas, una construcción circular situada en la zona de la Olivareda que el artista utilizaba como taller adicional, especialmente para realizar esculturas y performances. Los tragaluces de cristal permitían a Dalí pintar los pies, como es el caso de los que aparecen en el Palacio del Viento (Sala Noble del Teatro-Museo Dalí de Figueres). En la parte exterior de la torre encastó unos recipientes de cerámica con agujeros para que silbaran cuando soplaba la tramontana.