Figueres, julio de 2009
La Fundació Gala-Salvador Dalí ha presentado durante el mes de julio las dos últimas adquisiciones de obra del artista, que ya pueden verse en el Teatro-Museo Dalí de Figueres y que añaden atractivo a la visita nocturna que tiene lugar durante el mes de agosto. Se trata de dos óleos: Bañistas de Es Llaner, de 1923, procedente de una colección particular, y Gala, de 1931, adquirido en la sala de subastas Sotheby's de Nueva York.
Bañistas de Es Llaner puede verse en la Sala de las Pescaderías de forma permanente, y Gala se expone en la Sala de los Dibujos, en un montaje diseñado por Pep Canaleta expresamente para mostrar esta pieza.
Contexto de Bañistas de Es Llaner
El notario Dalí, cuando su hijo tenía unos cinco o seis años, alquiló una pequeña casa en Cadaqués, siguiendo la estela de su buen amigo Pepito Pichot Gironés, a quien conoció mientras estudiaba Derecho en la Universitat de Barcelona. La casa estaba muy cerca de la de los Pichot, en la playa de Es Llaner, a orillas del mar. Detrás, huertas y olivos, delimitados por paredes secas. Este es el lugar en el que Dalí sueña durante el curso escolar, donde se empapa de la luz y el color necesarios para poder crear.
Salvador Dalí empieza a pintar muy joven: datamos sus primeras obras entre 1910-1914 y, aunque en 1923, fecha aproximada de este óleo, tiene solamente 19 años, no podemos decir que sea un principiante. Influido por sus lecturas (las revistas Valori Plastici, L’Esprit Nouveau y también el semanario Alt Empordà), percibe como el impresionismo deja paso a nuevas estéticas, con las que se siente identificado. El cubismo, de cariz futurista, que comienza a aparecer en su obra en estos momentos, es el contexto en que situamos a Bañistas de Es Llaner.
Si echamos un vistazo al corpus de obra de aquel período, podemos comprobar como Bañistas de Es Llaner destaca de manera especial. No por la localización física de la escena, la playa de Es Llaner, que es común a otras piezas del momento, sino por el ambiente festivo que desprende: las bañistas, prácticamente todas ellas desnudas, con el pelo recogido, de forma lúdica disfrutan del momento del baño. Unas cerca del mar, otras dentro del agua, otras subiendo o dentro de las barcas. Esta obra nos transmite alegría. La luminosidad que desprende ayuda a acentuar el carácter imaginario de la escena.
Estas figuras gráciles –de carácter simbolista y mediterráneo, prototipo de una forma femenina que nos recuerda a su hermana, quien a menudo le servía de modelo–, las encontramos, en situaciones similares, en otras obras del mismo año, como pueden ser El torrente de la Jorneta o Paisaje con figuras.
Bañistas de Es Llaner, de grandes dimensiones, es de factura delicada, de pincelada precisa, casi puntillista, de colores brillantes, la gama habitual en estos años.
El pintor, a principios de la década de los 70, declara en relación a esta obra: “Los cuadros que me llenaban de admiración eran aquellos en que el impresionismo terminaba por adoptar francamente la fórmula puntillista. La yuxtaposición sistemática del naranja y el violeta creaba en mí una especie de ilusión y de alegría sentimental parecidas a la que me proporcionaban las cosas vistas a través de un prisma y coloreadas por un arco iris”.
Contexto de la obra Gala
Cuando, en 1929, Dalí conoce a Gala Éluard, le provoca una fuerte impresión, tan intensa que a partir de este momento no se separan nunca más, hasta la muerte de Gala el junio de 1982. Esposa y musa de Salvador Dalí, su verdadero nombre es Elena Ivanovna Diakonova. Es una mujer misteriosa, transgresora, de gran intuición, que supo reconocer el genio artístico y creador donde lo había y a lo largo de su vida, incluso antes de conocer a Salvador Dalí, se relacionó con numerosos intelectuales y artistas.
En abril de 1929, Salvador Dalí viaja a París para presentar la película que ha realizado junto a Luis Buñuel, Un chien andalou, y allí, Camille Goemans, poeta y galerista belga, le presenta a Paul Éluard. Dalí les invita a veranear en Cadaqués. Goemans y su compañera, René Magritte y su esposa, Luis Buñuel, Paul Éluard y Gala, con la hija de ambos, Cécile, aceptan pasar unos días.
Cuando el pintor conoce a Gala se enamora de ella. Escribe en La Vida Secreta: “Estaba destinada a ser mi Gradiva (este nombre proviene del título de una novela de W. Jensen, cuyo personaje principal es Sigmund Freud; Gradiva es la heroína y efectúa el cuidado psicológico del protagonista), la que avanza, mi victoria, mi esposa”.
El pintor realiza, a partir de un retrato fotográfico de Gala, un retrato minucioso, con collage, lleno de detalles, a partir del humo de un cigarro, donde integra su iconografía de este momento, que se repite a menudo, sobre todo en las pinturas de los años 1929 al 1931: la langosta, el pájaro, la figura del gran masturbador, las conchas, la ardilla, las hormigas... acompañan a Gala, con una larga cabellera; Gala, la mujer ideal. Una Gala que nos mira fijamente, con una mirada clara. Un retrato, pues, de delicada ejecución y que, de acuerdo también con las reducidas dimensiones de la obra, constituye una pequeña joya.
Podemos leer, en la parte inferior central, pour loliveta Salvador Dali 1931. Oliveta, uno de los nombres con los que Dalí llamaba cariñosamente a su musa: “Llamo a mi esposa: Gala, Galuchka, Gradiva (porque ha sido mi Gradiva); Oliva (por el óvalo de su rostro y el color de su piel); Oliveta, diminutivo de oliva (aceituna); y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Suliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También le llamo Lionette, porque ruge, cuando se enoja, como el león de la Metro-Goldwyn-Mayer; Ardilla, Tapir, Pequeño Negus (porque se parece a un animado animalito selvático); Abeja (porque descubre y me trae todas las esencias que se convierten en la miel de mi pensamiento en la atareada colmena de mi cerebro”.