Figueres, 8 de octubre de 2007
Intercambios de obra anteriores
La Fundación inició, con el préstamo del óleo Gradiva descubre las ruinas antropomorfas (fantasía retrospectiva), c. 1931-32 del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid en enero pasado y con la exposición dedicada a Anna Maria Dalí, una política de intercambio de obras del artista con otros museos o colecciones particulares.
Las obras que viajan de Figueres a Florida
Con este objetivo, la Fundación ha cedido en esta ocasión, de forma temporal, los tres óleos Tres mujeres imitando los movimientos de un velero, 1940, Santa Cecilia ascensionista, 1955 y Sin título. "Queue d'aronde" y violoncelos (Serie de las catástrofes), 1983 a The Salvador Dalí Museum de San Petersburgo (Florida, EUA) y acoge, procedentes de este museo norteamericano, las obras Autorretrato, c.1921, Figura sobre las rocas, 1926 y Dionisio escupiendo la imagen completa de Cadaqués sobre la punta de la lengua de una mujer gaudiniana de tres pisos, 1958.
Una pequeña muestra dedicada al autorretrato
Con motivo del préstamo del Autorretrato, c. 1921, se ha organizado una pequeña selección de óleos y dibujos entorno a este tema. En la historia del arte, todos los artistas se han pintado alguna vez a ellos mismos. Dalí no es ninguna excepción. Los autorretratos son obras de interés especial ya que revelan una intención: la imagen que el artista nos quiere ofrecer de sí mismo. Son un intento de autoafirmación tanto en el ámbito personal como en el artístico.
En la exposición que hoy se presenta, podemos ver algunos de los autorretratos que Dalí realiza durante su trayectoria vital, como: Autorretrato con cuello rafaelesco, c. 1921; Autorretrato, c. 1921 (The Salvador Dalí Museum, San Petersburgo); Autorretrato con L'Humanité, 1923; Autorretrato desdoblándose en tres, 1926-27; Soft Self Portrait, 1941 y la obra estereoscópica en dos elementos: Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis espejos verdaderos, 1972-73.
Desde la primera época, encontramos autorretratos en la obra del pintor. En los de adolescencia, vemos un Dalí con una actitud distante con relación a sus compañeros, pero al mismo tiempo quiere causar impacto sobre éstos y sobre el público en general; impacto o incluso provocación. Como los demás adolescentes, busca a través de la forma de vestir la afirmación de su personalidad: se deja crecer el cabello y las patillas y viste de forma extravagante. Él mismo, en su autobiografía Vida Secreta, nos explica el sentido de uno de sus autorretratos más conocidos: “Había dejado crecer mi cabello y lo llevaba largo como el de una niña y, mirándome al espejo, adoptaba con frecuencia la postura y el melancólico aspecto de Rafael, a quien habría querido parecerme lo más posible. Aguardaba también con impaciencia que creciera el vello en mi rostro, para poder afeitarme y llevar largas patillas. Deseaba darme lo antes posible un «aspecto insólito», componer una obra maestra con mi cabeza”. Para continuar más adelante contando: “Compré un gran sombrero de fieltro negro y una pipa que no fumaba ni prendía nunca, pero que mantenía constantemente colgando a un lado de mi boca. Me asqueaba el pantalón largo, y decidí llevarlo corto, con medias y a veces bandas. Los días de lluvia llevaba un impermeable que había traído de Figueras, pero tan largo que casi llegaba al suelo. Con este impermeable, llevaba el gran sombrero negro, del cual surgía mi cabello a cada lado como crines. Me doy cuenta actualmente de que los que me conocieron entonces no exageran de ningún modo al decir que mi aspecto era «fantástico». Realmente lo era. Siempre que salía o volvía a mi habitación, formábanse grupos de curiosos para verme pasar. Y yo seguía mi camino con la cabeza alta, henchida de orgullo”.
Así, en Autorretrato con cuello rafaelesco encontramos a un Dalí que mira al espectador cara a cara, de forma casi severa. Como queda explícito en el título, este óleo es un homenaje a uno de sus pintores favoritos, Rafael, cuyo autorretrato era sobradamente conocido por Dalí, ya que aparece reproducido en el frontispicio del libro dedicado a este artista en la colección Gowans, colección que Dalí tenía al completo.
El Autorretrato de 1921 perteneciente a la colección de la Fundación Gala-Salvador Dalí y el de c. 1921 de The Salvador Dalí Museum de San Petersburgo, que hoy presentamos, tienen en común que el artista se nos presenta de perfil, mirándonos, si bien uno de sus ojos queda oculto. Esta pose, al tiempo que permite un magnífico estudio de la luz y los claroscuros, no esconde una cierta arrogancia, sin dejar al margen las connotaciones iconográficas del ojo a lo largo de la historia del arte y en la obra de Dalí.
En Autorretrato con L’Humanité, Dalí se pinta a sí mismo vestido de obrero y quiere dejar constancia de una actitud rebelde y provocadora, con un collage del diario comunista “L’Humanité”, que parece certificar su declarada admiración por la idea de la revolución. El óleo está fechado en 1923, aunque el recorte de diario integrado al cartón es del 24 de julio de 1928. Es evidente la influencia de Rafael Barradas, tanto en las estructuras geométricas de los cuadros del fondo del taller, como en el mismo diario o en la esquemática definición de las características del autorretrato: cejas, ojos y patillas.
En la segunda mitad de la década de los veinte, a partir de la visita que realiza a Picasso en 1926, en la que puede contemplar las últimas telas cubistas del pintor malagueño, la pintura de Dalí experimenta un cambio importante. De esta época es Autorretrato desdoblándose en tres. Dalí, en el año 1962, refiriéndose a esta pintura, dice: “Pintar un autorretrato trinitario. El pintor debe tener tres ojos; este tercer ojo está confirmado hoy por el monóculo electrocular”. Los dos autorretratos que completan la exposición son de sobra conocidos: Soft-Self Portrait también llamado Autorretrato blando con bacon frito y el estereoscópico Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis espejos verdaderos.
Dalí define el Autorretrato blando como un autorretrato anti-psicológico ya que, en vez de pintar el alma, es decir, el interior, pinta únicamente el exterior, el envoltorio, “le gant de moi-même”. Este guante es comestible e incluso está un poco pasado, es por este motivo que aparecen las hormigas acompañadas de bacon. Con esta pintura se considera al pintor el más generoso puesto que se ofrece para ser comido, “nutriendo de esta manera de forma suculenta nuestra época”. En Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis espejos verdaderos, pintura estereoscópica formada por dos elementos, realizada por el pintor entre 1972-73, vemos un ejemplo de los numerosos experimentos de Dalí durante la década de los 70 con la estereoscopía. Como en la obra de su admirado Velázquez, Las Meninas, Dalí aparece pintando un retrato de Gala, y ambos personajes se reflejan, a su vez, en un espejo.
Acompañan a estas pinturas algunos de los dibujos preparatorios. Las otras 2 obras cedidas temporalmente por el museo de Florida: Dionisio escupiendo la imagen completa de Cadaqués sobre la punta de la lengua de una mujer gaudiniana de tres pisos y Figura sobre las rocas, se pueden ver en la Sala del Tesoro. Esta última, de pareja con la obra de la Fundación Dalí Figuras tumbadas en la arena, 1926.