Galarina
Referencias de la obra de Rafael
Sobre la obra
- Título
- Galarina
- Autor
- Salvador Dalí
- Núm Cat.
- P 597
- Fecha
- 1945
- Técnica
- Óleo sobre tela
- Dimensiones
- 64 x 50 cm
Fiona Mata - Centro de Estudios Dalinianos
El 26 de noviembre de 2018 se presenta en el Teatro-Museo Dalí de Figueres la primera fase de la exposición Dalí/Rafael, una prolongada ensoñación, un proyecto acerca de la influencia de Rafael Sanzio (1483-1520) en Salvador Dalí (1904-1989). El punto de partida es la celebración del Bicentenario del Museo Nacional del Prado y su proyecto De gira por España,[1], que consiste en el préstamo de una pintura de su colección a un museo de cada comunidad autónoma del país. En Cataluña, se escoge el Teatro-Museo Dalí para exhibir durante un mes la Virgen de la rosa de Rafael, pintada hacia 1517. Este préstamo permite un diálogo con Dalí, a quien le gusta tomar como modelo la época del Renacimiento y que considera a Rafael uno de los referentes principales de la historia del arte. Con el lenguaje místico-nuclear característico de este período, la influencia de Rafael es evidente en el óleo La ascensión de santa Cecilia, c. 1955, en el que reinterpreta la figura de Santa Catalina de Alejandría [2] (c. 1507) de Rafael.
El retorno del óleo al Prado da paso a la segunda fase de la exposición: en su lugar se muestra La basílica de San Pedro, que permite explorar el proceso de creación de Dalí. El artista representa una vez más la misma figura de santa Cecilia / santa Catalina, en esta ocasión situada en el centro de la basílica de San Pedro del Vaticano, basílica para la que toma como referencia un grabado neoclásico atribuido a Francesco Piranesi y Louis-Jean Desprez [3] en el que aparece el interior del edificio.
Este óleo, pintado entre 1959 y 1974, es un testimonio del momento de transición de Dalí, quien abandona progresivamente el lenguaje místico-nuclear y empieza a experimentar con artistas como Rafael, Miguel Ángel Buonarroti o Diego Velázquez, y también con efectos visuales innovadores y conocidos como las estereoscopias o las imágenes dobles.
Con la conmemoración, en 2020, del 500.º aniversario de la muerte de Rafael, el artista nacido en la ciudad de Urbino y muerto en Roma, se inicia la tercera y última fase de la exposición, en la que se presenta una de las obras más emblemáticas de Dalí, una obra que siempre ha formado parte de la colección del artista y que en esta ocasión se convierte en antesala de la exposición Dalí/Rafael, una prolongada ensoñación.
Galarina. Un homenaje a Rafael
Los pasos que Dalí emprende con las primeras obras de los años cuarenta para aproximarse al Renacimiento y al mundo clásico son todavía incipientes. [4] Adapta, sobre todo, la proporción y la composición general, es decir, la estructura profunda, que crea una sensación de armonía difícil de apreciar a primera vista. Pero, al mismo tiempo, la elección de la iconografía resulta más tradicional, ya que Dalí empieza a representar temas mitológicos y religiosos. [5]Sin embargo, no es hasta 1945 cuando encontramos obras en las que el artista figuerense hace una excepción a la norma y cita el legado clásico y, en un caso en especial, hace todo un homenaje a Rafael: Galarina.
Dalí empieza a ejecutar Galarina en 1944 y no la termina hasta 1945, pintando, como él mismo relata, en jornadas de tres horas hasta finalizarla [6] Coincide, además, con uno de los momentos más convulsos de la historia: el último año y medio antes de terminarse la Segunda Guerra Mundial. Es, como ya hemos comentado, un momento de cambio en el lenguaje del pintor.
Galarina es una de las piezas mejor documentadas de Dalí, precisamente por la estima que le tiene. Así, Dalí describe como sufre por no poder terminarla durante la guerra, sobre todo cuando los Estados Unidos bombardean Hiroshima el 6 de agosto de 1945:
""La bomba de Hiroshima estalló en un cielo inmaculado. Pikadon (luz y ruido), dijeron los japoneses que escaparon a ella. Pintaba a Gala, desnuda de espaldas,[7] y Galarina, con todo mi amor y el encanto de la voluptuosidad, cuando sentí la sacudida sísmica de la explosión. Me llenó de terror. [...]; lo que me horrorizó fue pensar en la posibilidad de una explosión en cadena que hubiera podido alcanzar a todo el mundo, antes de que yo terminara el pecho perfecto de mi Galarina, comprometiendo así mi inmortalización. El hecho de depender del azar de la historia me llenaba de inquietud. Nadie estaba al abrigo, estuviera donde estuviese. Resolví estudiar sin tardanza el mejor método para preservar mi preciosa existencia de las acometidas de la muerte y comencé a ocuparme seriamente en las fórmulas de inmortalidad."[8]
Dalí parece encontrar la salvación en el estilo y la belleza eternas que destaca en el arte del Renacimiento y que valora en tantas ocasiones. La Fornarina de Rafael es un ejemplo claro de ello. Como el Cardenal Pietro Bembo hizo inscribir en el epitafio del pintor: "Aquí está Rafael; la gran madre de todas las cosas temió quedar vencida por él cuando vivía y morir si él moría."[9]
Rafael nace el 6 de abril de 1483 en Urbino y muere treinta y siete años después, el 6 de abril de 1520 en Roma, cuando trabajaba para la corte papal y, según parece, tenía esperanzas de ser nombrado cardenal, como explica Giorgio Vasari en sus Le vite dei più eccellenti pittori, scultori e architettori (1550). De hecho, Vasari escribe en este mismo libro que Rafael era un hombre enamoradizo y que le costaba concentrarse en algunos encargos hasta tener a la amante del momento a su lado.[10] Y es este amor y esta idealización los que lo llevan a pintar el retrato de Margherita Luti, la hija de un panadero, en italiano fornaio, del Trastevere.[11]
Rafael, al final de su vida, pinta La Fornarina y representa a la joven de forma inusual, si se compara con otras obras del mismo pintor.[12] Semidesnuda, al estilo de la Venus o Afrodita púdica,[13] y sentada, mira al espectador. Con la mano izquierda se cubre suavemente el pubis y con la mano derecha hace un gesto para ocultar el pecho. Lleva el pelo negro azabache recogido con un turbante, dorado y azul, que recuerda la estética de Oriente Próximo, turbante del que cuelga una pequeña perla que contrasta con el pelo. La piel es blanca, pálida, pero las mejillas rosadas dan al rostro la vivacidad típica de Rafael.Su rostro nada tiene que ver con los de las mujeres que Rafael solía representar en sus obras: si las otras destacan por su proximidad a un modelo de belleza ideal, aquella belleza a la que los artistas del Renacimiento llegaron por el estudio y la contemplación de los ideales grecorromanos, La Fornarina tiene un rostro natural y muestra sus imperfecciones sin perder la dulzura, la serenidad y la armonía características del pintor. La retratada aparece adornada con un brazalete reluciente de oro y céfiro en el que el pintor firma "RAPHAEL URBINAS", lo que se interpreta como una muestra de la promesa de amor que le hace, promesa que queda reforzada con el fondo vegetal con hojas de mirto y membrillo, símbolos del amor y de la fertilidad.[14]
No es raro que Dalí se fije en Rafael, que no solo es pintor sino también arquitecto, es decir, un artista dedicado a varias disciplinas y reconocido por la iglesia y por la academia. En definitiva, uno de los pilares del Renacimiento.[15] Y así, el carácter clásico de Galarina tiene mucho sentido, a pesar de no tener ninguna relación con las demás obras del momento, que se orientan más hacia la física nuclear. Galarina destaca por la sobriedad, la armonía y el equilibrio, valores que caracterizan a Rafael. Vemos el retrato de Gala ante un fondo neutro, llevando su peinado típico, que recuerda la moda de los años cuarenta, vestida con una blusa blanca que deja al descubierto su pecho derecho, igual que La Fornarina. Lleva el rostro con un maquillaje muy suave, con la excepción de los labios rojos. Tiene los brazos cruzados y luce un brazalete verde con una piedra preciosa roja. El brazalete parece representar un uróboros [16] la emblemática serpiente de la cultura egipcia y griega que se traga a sí misma, que no aparece por primera vez en un cuadro de Dalí: el mismo brazalete puede verse en El pecado original. En las uñas rojas de Gala, de un rojo más oscuro que el de los labios, el esmalte está algo descascarillado. Para la inscripción del cuadro, Dalí imita la grafía con la que Rafael firmó el suyo.
Dalí presenta la obra en 1945 en la exposición Recent Paintings by Salvador Dalí en la Bignou Gallery de Nueva York.[17] Después de la presentación, la mantiene en su colección particular hasta exponerla en la Sala del Tesoro del Teatro-Museo Dalí, donde se encuentran sus obras más importantes.[18]
Durante los años cuarenta, la prensa y la crítica de arte, que inicialmente celebra las obras surrealistas del pintor, empieza a juzgarlas negativamente porque consideran que Dalí se limita a repetir el mismo patrón. Con Galarina rompe este esquema y muestra su destreza y su maestría en el dibujo y en la pintura. La prensa rápidamente se hace eco de la muestra y, especialmente, del retrato de Gala:
"Su pincel no ha perdido en absoluto su destreza. En el aspecto técnico, domina el trompe-l'oeil como Harnett y la sensualidad poética como Botticelli, según cual sea el humor predominante en la obra. La cesta de pan y Galarina son maravillas ejecutadas con una observación minuciosa.""[19]
La lectura que hace Dalí de La Fornarina, así como su reinterpretación, muestran un conocimiento consolidado del Renacimiento, y -al igual que los humanistas del quattrocento y del cinquecento- del pasado grecorromano, épocas de las que adopta aquellos elementos que necesita para pintar según su criterio:
"Una parte de la variedad no falsificada del surrealismo, con sus espacios inmensos y los símbolos freudianos que se han convertido ya en académicos, aparece entre las pinturas y los dibujos que forman la singular exposición que Dalí presenta en la Bignou Gallery. Pero se aprecian también dos otras tendencias, que añaden mucho interés a un elegante acontecimiento como este. Con unos títulos largos y complicados, que forman parte integrante de un arte que está íntimamente vinculado con la literatura -Nariz de Napoleón, transformado en una mujer encinta que pasea con melancolía su sombra entre ruinas originales, por ejemplo-, aparecen unas alegorías complejas y minuciosamente pintadas en el estilo por el que Dalí es más conocido. [...] [...] Son superrealistas en este último sentido los lienzos La cesta de pan y Galarina, que resultan casi exageradamente académicos. Van mucho más allá del trompe-l'oeil hasta obtener una gran intensidad de valores tanto emocionales como táctiles, y constituyen obras de una gran belleza. Pero en dos cuadros, El puente roto y El vuelo, la tentación, el amor, las alas rotasparece una poética nueva, tan lírica y seductora como Piero di Cosimo, tan tierna en sus tonalidades verdes y azules como Fragonard, tan rítmica como Botticelli."[20]
Los paralelismos entre Dalí y Rafael son evidentes, y muestran que Dalí había realizado un estudio de su obra muy profundo,[21] como también lo demuestra su propia biblioteca, que contiene numerosos libros en castellano, inglés y francés sobre la historia del arte en general y sobre el Renacimiento y sus representantes en particular. De hecho, en algunos de estos libros se ven los estudios y las aproximaciones que Dalí hace de Rafael[22]y permiten entender cómo profundiza en la materia y adopta elementos claves: la vivacidad con la que representa a Gala es única y parece materializar el verso del poema dedicado a ella, "Visage perceur de murailles",[23]
la mirada que perfora murallas, que tanto valoraba el poeta y exmarido de Gala, Paul Éluard. Ella es musa y amante para Dalí, de la misma manera que Margherita Luti lo era para Rafael. Galarina es un homenaje a Rafael y a la vez una declaración de amor a Gala.
"... porque Gala es para mí lo que Fornarina era para Rafael."[24]
- De gira por España, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2018-2019, (última consulta: 04/10/2019).
- Obra conservada a la National Gallery de Londres. última consulta: 04/10/2019)
- Atribuido a Louis-Jean Desprez (1743-1804), Interior of St. Peter's Illuminated; siglo xviii Italia; 2009-4-3, (última consulta 17/10/2019). Véase también: Centro de Estudios Dalinianos y Departamento de Conservación y Restauración, "Explosión de fe mística en el centro de una catedral", en Monográfico Dalí/Rafael, 2018 (última consulta: 18/10/2019).
- Tres de las fuentes principales para conocer mejor la admiración de Dalí por el Renacimiento y la influencia que supone en su arte son Carme Ruiz, "Reflejos del Clasicismo", en Dalí Atómico, Fundación Bancaria "la Caixa", Barcelona, 2018, p. 54-67; Dalí. Il sogno del Classico, Skira, Milano, 2016; y también Lucia Moni "Dalí, ¡llegar a ser clásico! O ahora o nunca", en Monográfico Dalí/Rafael, 2018, (Última consulta: 03/10/2019).
- Las pinturas que lo ejemplifican son: Familia de centauros marsupiales, 1940 (P494), Poesía de América, 1943 (P577), La Madona, 1943 (P574).
- Recent Paintings by Salvador Dalí, exposición celebrada en la Bignou Gallery de Nueva York, 20 de noviembre a 29 de diciembre, 1945. Centro de Estudios Dalinianos, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres.
- Seguramente, el artista se refiere a Mi esposa, desnuda, contemplando su propio cuerpo convirtiéndose en escalera, tres vértebras de una columna, cielo y arquitectura (P598).
- Salvador Dalí, Confesiones inconfesables, en Obra completa, vol. ii, Textos autobiográficos 2, Destino, Fundació Gala-Salvador Dalí, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Barcelona, Figueres, Madrid, 2003, p. 572.
- Rafael se encuentra enterrado en el Panteón de Agripa, en Roma. Giorgio Vasari, Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue hasta nuestros tiempos, Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, p. 543.
- Giorgio Vasari comenta aquí el encargo que Rafael recibió de Agostino Chigi, comerciante sienés, para decorar la logia de la Farnesina entre 1515 y 1517. Véase Giorgio Vasari, op. cit., p. 539.
- La Fornarina, Palazzo Barberini, Roma, (última consulta: 17/10/2019).
- Otras obras que podemos referenciar son las siguientes: la Virgen de la Rosa, Santa Catalina de Alejandría, la Madona Sixtina, la Madona de los Ansidei o la Virgen del jilguero.
- Se trata de una tipología helenística, que se caracteriza por cubrirse el pecho con una mano y el pubis con la otra. Véase "Venus púdica", Museo Nacional del Prado, Madrid (última consulta: 17/10/2019).
- La Fornarina, Palazzo Barberini, op. cit.
- E. H. Gombrich, Historia del arte, Alianza, Madrid, 1987, p. 259-266.
- Según la mitología egipcia y griega, el uróboros simboliza la unidad de las cosas, tanto materiales como espirituales, que nunca desaparecen pero que cambian y se transforman en un ciclo eterno de destrucción y creación.
- Recent Paintings by Salvador Dalí, op. cit.
- Antoni Pitxot, Montse Aguer, Teatro-Museo Dalí, Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí, Triangle Postals, Figueres, Menorca, 2016, p. 71.
- Traducido de: Edward Alden Jewell, "Cosy Surrealism", New York Times, Nueva York, 25/11/1945.
- Traducido de: "Dali: New and Old Surrealism", Art News, Nueva York, 1-14 noviembre, 1945.
- Véase Andrea Bonet, Anna Garcia, Anna Massot, "Dalí y Rafael en el Catálogo Razonado", en Monográfico Dalí-Rafael, (última consulta: 18/10/2019).
- Así lo muestra el libro Raphael, Hyperion, Nueva York, 1941. Centro de Estudios Dalinianos, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres.
- Paul Éluard, Max Ernst, Au défaut du silence, Bibliothèque des Introuvables, París, 2005, p. 11.
- Traducido de: Recent Paintings by Salvador Dalí, op. cit.