La Exposición
EL CRISTO DE PORTLLIGAT
La muestra Dalí. El Cristo de Portlligat, en torno al óleo El Cristo, de Salvador Dalí, pintura excepcional de la Kelvingrove Art Gallery and Museum de Glasgow, permite a la Fundació Gala-Salvador Dalí ir más allá de su propia colección, ampliando y diversificando, de este modo, nuestro conocimiento sobre el artista.
Esta obra, exhibida en un espacio especial que tiene un carácter escenográfico y que a su vez invita a la contemplación, no había sido expuesta en España desde 1952, cuando pudo verse en Madrid y Barcelona[1]. Ante todo, esta muestra nos permite profundizar en el proceso de creación del artista, en la importancia del paisaje que lo rodea, inspira y conforma, así como de su taller, con nuevas aportaciones provenientes del saber adquirido a lo largo de los años y de materiales de archivo, algunos de ellos inéditos hasta la fecha.
Al mismo tiempo, y solo por segunda vez desde la inauguración del Teatro-Museo Dalí de Figueres en 1974, otra pintura, esencial para el artista, La cesta de pan (1945)[2], cede su lugar de honor en la Sala del Tesoro para prologar y complementar la significación de El Cristo. Seguramente cuando Dalí la pinta, ya tiene en mente la idea de El Cristo. Tal vez no exactamente la de esta pintura, pero sí la de un Cristo que enlace con el sacramento de la eucaristía y que represente un clasicismo al que otorga cierta transgresión o innovación, por lo menos a nivel formal. Ambas obras comparten la maestría técnica, la composición formal, el realismo fotográfico, el claroscuro que da relieve a la figura, un relieve casi escultórico. Y también la luz, una luz intencionadamente escenográfica, que aporta dramatismo a la figura e incrementa su percepción mística.
Dalí pinta El Cristo[3] en 1951 en su taller de Portlligat como conclusión de un momento de transformación y también de culminación de su deseo de convertirse en un clásico y “salvador” de la pintura moderna. La incorporación de representaciones y episodios religiosos en su corpus artístico es, junto con la recuperación de los postulados de la mecánica cuántica, resultado de la evolución de su pensamiento. Sin embargo, El Cristo no es la obra que ejemplifica totalmente este cambio, sino que es la pintura que enlaza ambas etapas, la que sirve de transición y la que nos encauza hacia el período místiconuclear.
Dalí representa la pasión de Cristo desde una perspectiva sorprendente, con la mirada puesta en los místicos españoles, especialmente en san Juan de la Cruz, y con una geometría muy elaborada: el Cristo se encuentra suspendido en la bahía de Portlligat, su paisaje vital, plasmado en tono crepuscular y con unos azules que, tal como expresó el fotógrafo Gyenes, “no había visto en ningún otro lugar”[4].
Esta obra enigmática nos interpela y nos invita a la contemplación, a una contemplación pausada, para el deleite. Mostrada sola en una sala rodeada de cortinaje rojo oscuro, desprende un fuerte poder de atracción, el de las obras icónicas. En palabras de Tom Honeyman, nuestra intención es que esta muestra inspire un asombroso efecto de la pintura en las emociones de una gran parte de los visitantes.
Montse Aguer
50 secretos mágicos para pintar. El oficio de pintar
Dalí, emulando los tratados de pintura, especialmente el de Cennino Cennini o el de Leonardo da Vinci, publica en 1948 en Estados Unidos 50 secretos mágicos para pintar, un manual que, según precisa el artista, es “un libro técnico y a la vez filosófico. En él analizo y resumo todas mis ideas, teorías, principios y comentarios sobre el arte pictórico”[5].
En 50 secretos mágicos, Dalí, a pesar de sus contradicciones, nos da claves de lo esencial que es para él la pintura. La pintura entendida como un oficio. Reivindica, además, aspectos como el aprendizaje de quienes él considera grandes maestros de la historia del arte: Vermeer de Delft, Velázquez, Rafael, Leonardo, Miguel Ángel y también Picasso, a la vez que dirige su mirada hacia las últimas innovaciones técnicas. Existe siempre en Dalí un bascular entre tradición y revolución. Como nos recuerda en el ensayo “La decadencia del arte moderno”, escrito dos años después de 50 secretos mágicos: “¡Pintor! Continúa el aspecto constructivo de tus maestros modernos para integrarlo en la tradición de tus antiguos. ¡Así el arte clásico volverá a ser vivo y moderno!”[6].
Dalí describe su método de trabajo, especifica cómo habría que aplicarlo y también aconseja y da normas de cómo tiene que ser tanto la vida del artista como su taller. Asimismo, nos habla de materiales, colores, texturas, técnicas, geometrías o volúmenes. Este manual nos acerca a un Dalí inmerso en su trabajo, obsesionado en alcanzar una perfección que sabe que jamás conseguirá. También nos ayuda a revelar el proceso creativo y el método de trabajo que utiliza en sus pinturas, desde la gestación, el taller, los bocetos, los dibujos preparatorios, hasta la aplicación de la última capa de pintura sobre el lienzo. En el caso de El Cristo, además de múltiples bocetos, busca modelos, a menudo fotográficos, y finalmente los traslada a la tela, la composición final, siempre siguiendo sus recetas de los 50 secretos mágicos Dalí se reivindica como buen pintor entre sus contemporáneos y como mediocre en la tradición de la historia del arte.
Dalí busca la perfección técnica obsesivamente, busca la maestría. Desea crear una obra maestra. En la dedicatoria de 50 secretos mágicos declara: “Ahora, a los cuarenta y cinco, deseo pintar una obra maestra y salvar al Arte Moderno del caos y la pereza. ¡Triunfaré! Este libro está consagrado a esta cruzada y se lo dedico a todos los jóvenes que tienen fe en la pintura verdadera”[7]. El Cristo podría ser la obra maestra que desea pintar. Se trata de una obra de gran perfección técnica y rodeada de un aura de enigma, con una composición inesperada, una iconografía reconfigurada y un tema universal que el artista hace propio trasladándolo a su universo de Portlligat. Una obra que se contrapone a la “vacuidad del arte moderno”[8] y se convierte en una apología de la pintura al óleo. Tal como aconseja a los jóvenes pintores: “En vez de intentar reinventar la pintura, ¡pintad!”[9]. Y en una de las cartas que dirige a Tom Honeyman, director de la Kelvingrove Art Gallery and Museum de Glasgow y artífice de la compra de El Cristo, en letra manuscrita escribe explícitamente “Ge trabaille, trabaille, trabaille! [sic]”[10], dos de los principios que lo guían en su búsqueda constante, e imposible -añadiríamos-, de la perfección.
Montse Aguer
Historia y procedencia
La historia de cómo El Cristo llega al museo de Glasgow tiene un protagonista absoluto, Tom Honeyman (1891-1971), persona de dilatada experiencia en el mundo del arte, que conoce y valora positivamente la obra de Dalí desde 1936 y que en diciembre de 1951, apenas unos meses después de que Salvador Dalí terminara la obra en su taller de Portlligat, visita la muestra del artista en la galería Lefevre de Londres. No es de extrañar, pues, que al visitar dicha exposición[11] pensase que la compra de El Cristo sería un gran complemento a la ya importante colección del museo del que era director desde 1939. Además, la pintura le había causado una gran impresión: “Todavía perplejo, volví al cuadro y a la multitud. Mi principal dificultad era cómo conciliar el tema con la filosofía del arte y las declaraciones públicas de Dalí tal y como yo las recordaba. [...] El cuadro parecía fuera de época: una pieza de romanticismo desvergonzado en una época de clasicismo ecléctico”[12].
Sin embargo, la adquisición no fue fácil ni estuvo exenta de controversia. Tras varias negociaciones por carta con Salvador Dalí, la obra y los derechos de la misma se vendieron a la ciudad de Glasgow por una suma ciertamente elevada para la época. Precisamente a raíz de ello se levanta una fuerte polémica, sobre todo entre el ambiente universitario escocés, que reclamaba que aquella suma se destinase a crear espacios expositivos para artistas locales. No obstante, El Cristo de Salvador Dalí se expone por primera vez en Glasgow en junio de 1952, convirtiéndose en todo un “acontecimiento artístico” en la ciudad. Según dio a conocer el propio Honeyman a Dalí, Glasgow “vivió un verano glorioso gracias a tu cuadro”[13].
Poco después, en 1954, la obra se expone en Roma[14], y no vuelve a prestarse hasta casi una década más tarde, no sin librarse de nuevas polémicas. El 23 de abril de 1961, un visitante del museo de Glasgow intenta destruir la pintura rasgando el lienzo y, acto seguido, apedreándola, lo que comporta que la obra sea retirada y restaurada. En 1993 El Cristo se traslada temporalmente al St Mungo Museum of Religious Life and Art de la misma ciudad hasta 2006, cuando, con motivo de la reapertura del Kelvingrove Art Gallery and Museum de Glasgow tras unas reformas, regresa a su emplazamiento habitual. Hay que decir que, si bien es cierto que después del ataque la obra vuelve a circular por distintas muestras en Europa y el mundo entero, desde 1965 solo se presta en contadas ocasiones.
Ahora, y por vez primera desde 1952[15], El Cristo vuelve a la tierra que lo vio nacer y se expone en el museo de su creador, el Teatro-Museo Dalí, junto con una de las obras más preciadas de su colección, La cesta de pan, con la que guarda ciertamente una estrecha relación simbólica.
Claudia Galli y Lucia Moni
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La I Bienal Hispanoamericana de Arte se celebró en Madrid y Barcelona. En Madrid del 12 de octubre de 1951 al 28 de febrero de 1952 y en Barcelona durante el mes de marzo de 1952.
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Catálogo Razonado de Pinturas de Salvador Dalí, núm. P607.
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Catálogo Razonado de Pinturas de Salvador Dalí, núm. P667.
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Barreira, “Dalí, pintor de un siglo”, Triunfo, 10/10/1951, Madrid.
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Armando Rivera, “Hablando con Salvador Dalí”, Ecos, 28/12/1947, Nueva York, p. 30.
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Salvador Dalí, “La decadencia del arte moderno” (1950). En Obra completa, vol. IV, Ensayos 1, Destino, Fundació Gala-Salvador Dalí, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Barcelona, Figueres, Madrid, 2005, p. 622.
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Salvador Dalí, 50 secretos mágicos para pintar (1948). En Obra completa, vol. V, Ensayos 2, Destino, Fundació Gala-Salvador Dalí, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Barcelona, Figueres, Madrid, 2005, p. 39.
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Íbid, p. 10.
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Salvador Dalí, “Dalí News” (1945). En Obra completa, vol. IV, op. cit. p. 550.
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Carta de Salvador Dalí a Tom Honeyman, 26/07/1952, National Library of Scotland, Edinburgh.
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Dalí, The Lefevre Gallery, Londres, del 01/12/1951 al 31/12/1951. Para más información relacionada con esta obra se puede consultar el Catálogo Razonado de Pinturas de Salvador Dalí: /es/obra/catalogo-razonado-pinturas/obra/667/el-cristo.
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Traducido de T. J. Honeyman, “Recent History II”, Scottish Art Review, vol. IV, núm. 2, 1952, p. 4.
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Traducido de la carta de Tom Honeyman a Salvador Dalí, 07/10/1952, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres.
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Mostra di quadri disegni ed oreficerie di Salvador Dalí, Sale dell’Aurora Pallavicini, Roma, del 13/05/1954 al 30/06/1954.
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La única vez en la que se expuso en España fue en ocasión de la I Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid del 12 de octubre de 1951 al 28 de febrero de 1952 y en Barcelona durante el mes de marzo de 1952.