Montse Aguer, Directora de los Museos Dalí
Los tres espacios dalinianos, el Teatro-Museo Dalí de Figueres, la casa de Portlligat y el castillo de Púbol, que conforman el triángulo daliniano, nos proponen un recorrido por la vida y la obra de Salvador Dalí, un recorrido que presentamos en tres documentales, donde el relato está protagonizado por el mismo Dalí y numerosa documentación e información poco conocida o incluso inédita.
Con el documental sobre la casa de Portlligat, segunda parte de la trilogía*, queremos dar a conocer la única casa y taller que tuvo Salvador Dalí. Una casa-taller, refugio del artista y de Gala, que se halla inmersa en el único paisaje donde tiene razón de ser: el de Portlligat, Cadaqués y Cap de Creus. Un paisaje que condiciona y estimula al pintor, incluso me atrevería a decir que le da identidad. Dalí se identifica con él totalmente.
La casa, que es en sí un taller, es clave para entender la cosmogonía daliniana. Es el lugar donde experimentar, pero también el lugar sagrado donde practicar diariamente, obsesivamente, la ceremonia del arte. El arte, la opción vital de Dalí, su pasión.
*El primer documental, producido en 2015, se titula Dalí, la última gran obra
David Pujol, director y guionista
El universo daliniano representa un gran reto, y en este documental además se ha incorporado el reto de plasmar un paisaje, un paisaje agreste y cambiante, un paisaje con una gran personalidad, que no se deja captar fácilmente, pero era importante hacerlo. Montse Aguer ya me dejó bien clara, mientras redactábamos el guión, la importancia de la mímesis entre el paisaje de Cap de Creus y el universo de Salvador Dalí, pero no solo en términos artísticos sino también en términos místicos, porque es de sobra conocido que el refugio vital y espiritual de Dalí fue siempre este rincón de mundo.
Quería mostrar a Dalí en su taller. El pintor en su sancta sanctorum. El hombre en su hábitat. Y a Gala. Y una biografía, llena, como todas, de matices y rupturas. Desde rupturas familiares hasta rupturas tan crueles como las guerras. Quería plasmar la basculación constante entre cotidianidad y exilio, entre interior y exterior, entre intimidad y extroversión.
Cuando visitas la casa un sentimiento extraño está presente en todo momento: Dalí todavía vive en ella, te acompaña a través del taller, de los patios, de los jardines, de los pasadizos estrechos que rodean la casa...notas la presencia de Dalí porque sus ideas son poderosas, mágicas. He querido transmitir en el documental esta presencia, combinando materiales de archivo del mismo Dalí deambulando por la casa mezclados con nuestras imágenes para crear una sensación casi esotérica, porque verdaderamente el espectador entienda que si algún día decide visitar la única casa que Salvador Dalí tuvo en propiedad, será el mismo quien les recibirá y será su anfitrión.